La estrella de la India
Sin embargo, lo que más impresiona no es su arquitectura perfecta, sino el contraste de los miles de turistas indios paseando descalzos por encima del mármol caliente. El despliegue de colores de los saris daban la nota realmente exótica al lugar. Familias enteras sentadas sobre la cálida piedra blanca disfrutaban de un día de fiesta que sería tan inolvidable para ellos como para nosotros.
En este lugar mítico nos dimos cuenta de varias cosas:
1. La mayoría de turistas en la India son indios, el turismo mayoritario del país es turismo interno, los turistas extranjeros en India son minoría (creo que son unos 4 millones al año, cantidad ínfima comparado con los más de mil millones de habitantes que tiene el país).
2. A los indios les encanta sacarse fotos o, en su defecto, que les saquen fotos junto a los turistas europeos, fruto de esta afición descubrimos que abunda una profesión prácticamente desaparecida en nuestro mundo: los fotografos profesionales, los que andan con la cámara a la caza de clientes deseosos de tener una foto profesional, normalmente muy kitsch, colgada en el salón de su casa. La foto que triunfaba en este caso era la que se hacían casi todos en una posición y perspectiva en la que parecía que el fotografiado estaba sujetando el edificio con sus manos. Nunca antes habíamos experimentado la sensación de ser el objeto de tantas fotos como allí: fotos con los niños, con los novios o con otros turistas desconocidos eran más interasantes que el propio monumento.
3. Las indias son elegantes y guapísimas, o por lo menos esta es la impresión que sacas cuando las ves envueltas en sus magníficos saris.
Por la noche, en el hotel, ya no comí. Eso sí es raro en mi. Me estaba inmunizando. Al acostarme ya tenía más de 39º de fiebre y se evidenciaba una gastroenteritis galopante que me postró en la cama durante tres días. Las habitaciones del hotel estaban dispuestas alrededor de un patio central donde sobrevivían algunas plantas, allí se podía comer y el patio se convertía en un agradable restaurante. Pero cuando entrabas en las habitaciones estas se asemejaban más a celdas que a dormitorios de hotel. Un ventanuco dejaba entrar escasamente la luz en la nuestra, y el lujo del baño privado no era gran cosa. De todas formas, en vista de mi situación, agradecí muchísimo no tener que salir al pasillo cada vez que necesitaba utilizarlo. Parece que no era la única en sufrir los achaques del cambio de alimentación e higiene. Desde la cama podía oír a otros huéspedes utilizar el baño y reconocer ruidos desagradables. Solo yendo con alguien de absoluta confianza puedes superar tranquilamente algo así, y eso se demuestra cuando es la otra persona la que está más preocupada que tú.
Etiquetas: Agra, Taj Mahal, Uttar Pradesh
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