Pateando la India

Aventuras y desventuras encima de un tren

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20 enero 2008

GANARSE LA VIDA: EL ARTE DE ENCONTRAR EL OFICIO MÁS ORIGINAL



Está claro que si no se tiene un oficio determinado, hay que tener imaginación. En India descubrimos oficios, profesiones y negocios que no habíamos imaginado. Quizá algunos de ellos habían existido en nuestro país antes de que naciéramos, pero, desde luego ya no se ven.

Tener un negocio de alquiler de elefantes en España dudo que tuviera mucha salida. Aunque, por lo visto sí la tiene en India. El letrero de la foto lo vimos en el sur de la India, en Trivandrum, Kerala. Allí, cerca del templo de Padnabhaswamy ofrecían el servicio de alquiler y decoración de elefantes. Luego, en Madurai pudimos ver quién podía necesitar este servicio. Dentro del templo, elefantes decorados, atados con una cadena bendecían sin cesar a todos los creyentes o no creyentes que se acercaban a ellos por algunas rupias.



En toda la India vimos tal variedad de oficios que la mejor forma de resumirlos es con las fotos. Podéis ver un ejemplo en el slide que he subido. A estas fotos debería añadir dos de los trabajos más alucinantes que vimos (de los cuales no tengo fotos): reconstructor de billetes de banco y limpiador de orejas, que no te dejaban de perseguir ni a sol ni a sombra.

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12 enero 2008

Juego de niños



El otro día me llegó este vídeo via mail. La verdad es que los Reyes, un juguete así no se lo traen a ningún niño español. ...Y, como están las cosas, es fácil que si algún padre se atreviera a pedirlo para su niño, acabara en la cárcel por malos tratos.

Ya he comentado en este blog que viajando por India (en realidad en Turquía también tuve la misma sensación) te das cuenta de que lo que asumimos como un peligro aquí, allí no se ve como tal.

En Benarés (Varanasi) nos alojamos en un hotel sencillo pero con unas magníficas vistas sobre el Ganges. Decidimos gastar un poco más de lo habitual (500Rps.) para poder disfrutar de una habitación con un gran ventanal y un balcón con vistas al río.



El río bajaba realmente alto en julio, por lo que los ghats habían prácticamente desaparecido y los postes de la luz quedaban medio ahogados por el agua. Un día, asomados al balcón, vimos algo increíble: un grupo de adolescentes que se dejaban llevar por la corriente del río y cuando era necesario se agarraban a los cables de la luz.

Nos pareció algo peligrosísimo, impensable para nosotros, pero que obviamente ellos debían hacer cada monzón.

Este tipo de sentido del peligro, muy desarrollado en nuestra sociedad, quizá por la superprotección a la que estamos sometidos tanto por parte de los padres como por el estado, no existe en India. Tal vez sea que la muerte es algo mucho más natural y cercana que aquí, o que el destino es algo inamovible, algo con lo que naces y contra el que no se puede luchar... si tiene que pasar pasará.

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01 junio 2007

LAS FRANCESAS: NO QUE TE PASA EN EUROPA Y TE PASA EN LA INDIA


Desde Gokarna decidimos irnos a Kerala, concretamente a Cochin. Gokarna no tenía una estación de tren importante, por lo que tuvimos que coger el autobús hasta el pueblo donde paraba el tren que nos llevaría al paraíso.

Parece que cuando los empleados de la red ferroviaria venden los billetes ponen a todos los turistas occidentales juntos. La verdad es que casi siempre nos encontrábamos que íbamos todos en el mismo vagón. Diréis que debían de haber muchos, pero no es así, por India no nos paseamos tantos...

Pues bien, en el tren coincidimos con dos francesas que nos llamaron la atención, ya que no eran dos amigas viajando juntas de mochileras, sino que se trataba de una madre con su maleta y su hija con la mochila.

El viaje fue largo, como casi todos, y, como es normal, te da tiempo a todo: Mirar por la ventana, ejercicio muy recomendable, leer, dormir, escuchar música, cosas menos provechosas, y observar a los viajeros, actividad de lo más entretenida: por su comportamiento puedes adivinar a qué van, qué tipo de personas son e, incluso, si son hindúes, a qué casta pertenecen. Las francesas, indudablemente, se salían del estándar de mochilero que sueles encontrarte (nosotros mismos).

Recuerdo que por la mañana, después de una noche en la litera con los tapones, el antifaz y un diazepán para dormir mejor, llegamos a Ernakulam, la estación de Cochín. Como siempre luchamos con los rickshaw-wallah y logramos llegar al ferry. Al ferry llegaron también nuestras compañeras de viaje. Entablamos una breve y banal conversación sobre nuestra procedencia, lugares que habíamos visitado en India y hoteles donde pensábamos hospedarnos. Ellas resultaron ser de Marsella, lo que nos las acercaba bastante, cuando estás tan lejos Marsella y Barcelona se convierten en hermanas.

En Cochin dormimos en Spencer's Home, un hotelito, ubicado en una antigua casa colonial y llevada por dos hermanos muy amables. Mientras estábamos allí la estaban reformando, estaban habilitando nuevas habitaciones alrededor de un patio muy agradable y pintando el resto de la casa. Fuimos a parar allí por casualidad, pero resultó ser una buena elección. La habitación era espaciosa y estaba decorada con muebles coloniales, con mosquitera incluída. Además, era barato.

Los hoteles donde se alojan los turistas en Cochín suelen estar en una pequeña isla que es el casco histórico, por lo que durante la estancia coincidimos en alguna ocasión y nos saludamos tímidamente.

Ahora viene lo curioso, ocurrió durante nuestro segundo viaje a la India. Buscando lugares donde no hubiésemos estado la primera vez llegamos a Trichy, una ciudad en el centro del sur de la India, con un templo que se caracteriza por estar en la cima de una roca. Para visitarlo hay que subir unos 500 escalones. A parte de esto, Trichy no tiene gran cosa, pero nos venía bien para nuestro itineriario. Al llegar a la entrada del templo, alucinados como siempre, nos encontramos con hordas de peregrinos atraídos por la roca. Entramos sin dejar de observar el trajín que todos, visitantes y autóctonos se traían y en esas nos encontramos a las francesas. ¡No lo podíamos creer! Y ellas tampoco, por supuesto. Nos saludamos efusivamente, la madre nos contó que en invierno había vuelto ella sola a India y que era ya, con esa, la tercera vez que visitaba el país. Había decidido, no se por qué razón visitarlo cada seis meses. Después de este encuentro, la verdad, no salíamos de nuestro asombro... y no me digáis que no es para quedarse de piedra, como el templo.

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23 mayo 2007

EL ÚLTIMO HIPPY DE GOA



En julio Goa está en pleno monzón. La lluvia te acompaña inevitablemente hagas lo que hagas. Es una lluvia incesante, a veces violenta, a veces suave, pero siempre constante. En esos días de lluvia una de las opciones que tienes es sentarte en uno de los pocos bares que hay en Palolem. Escogimos un bar tropical, con techo de palma y con música reggea de fondo. Los colegas se reunían allí para echar unas partidas de lo que fuera, algunos con las tablas de surf y todos con bañador, por si se les ocurría darse un chapuzón.
Mientras nos tomábamos nuestra cerveza a precio irrisorio -en el estado de Goa la cerveza no tiene los impuestos con la que la gravan en otros estados- apareción Phil, creo que se llamaba. Phil era inglés, pero un inglés muy inglés, y resultó ser uno de los últimos hippies que quedan en Palolem.

Nos contó que había vendido todas sus propiedades en Londres para poder irse a vivir a las playas de Palolem. Desde luego no era el único, pero sí el más singular.

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07 abril 2007

El riesgo de montar en tren

Dicen que en Bombay hay un promedio de 15 personas que mueren diariamente al cruzar las vías del tren. En realidad, si frecuentas las estaciones de tren te extraña que no haya más. Eso sin contar la de gente que vive casi literalmente en las vías, recogiendo desperdicios para poder sobrevivir. Me ha llegado este video que demuestra lo arriesgados que son los indios al cruzar las vías. Juzgar por vosotros mismos.





También vi, en mis ratos de espera en las estaciones, como la gente se subía a los trenes en marcha, se colgaba de las puertas, se caía al desengancharse de una mano desconocida para montarse en un tren que ya estaba adquiriendo velocidad e, incluso, como un tren daba marcha atrás para recoger a unos viajeros que no habían llegado a tiempo.

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05 septiembre 2006

Una catalana en Benarés

Eva, su cuñado y yo en su tienda de Varanasi.Preparando mi viaje a India descubri Indiamike, un foro en inglés con muchísimos usuarios y muchísima información de primera mano: me fue de gran ayuda. Entre los posts encontré uno de Eva. Descubrí que ella y su marido tenían una tienda en Varanasi y me hizo gracia su historia: una chica de Barcelona casada con un indio, viviendo y trabajando en Varanasi. Por entonces estaba preparando mi segundo viaje a India. Cuando llegamos a Varanasi fuimos a visitarla a su tienda, que está en el mismísimo centro, un callejón que da a la calle que va al ghat principal, intercambiamos libros y le compramos una pashmina de colores para mi madre y unas telas pintadas preciosas. Nos mostró las fotos de sus viajes, estuvimos charlando de la vida en India y nos contó que casi les pilla el Tsunami, que llegó justo cuando ellos estaban de viaje en el sur de la India.
Más de un año después de visitarla la he vuelto a encontrar por la red. Primero en los foros de Lonely Planet, y luego encontré su blog Mother Ganges. ¡Qué pequeña es la red! A través de ella también descubrí el blog de Juan y Sonia que han viajado por países por los que yo también he viajado y encima son de Tarragona como yo. Y las casualidades no acaban aquí, entre los comentarios en el blog de Juan y Sonia descubrí un comentario de Marian, una chica de Terrassa que conocimos en la estación de Bombay y con la que pasamos buenos ratos en Palolem. Marian iba a visitar a unos niños que tenía apadrinados en la Fundación Vicente Ferrer (¡Espero que pudieras recuperar tus fotos Marian!), pero tenía unos días para hacer turismo y se apuntó a ir con nosotros a Goa. Pero esto es otra historia y ya la contaré otro día.Bueno, que el mundo es un pañuelo.
Fotos: En la playa de Palolem nadando en el Monzón con Marian y un espontáneo, y el hotel de Palolem, Flavia Paradise .

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27 agosto 2006

No quisiera ser mujer en India

Es verdad que la miseria de la India impacta. Sin embargo no solo hay lo que se ve en las calles a simple vista: leprosos y lisiados intentando dar pena (cuanto más mejor) para llevarse alguna paisa; niños desamparados que te encogen el corazón intentando llevar vida de adulto, cuidando de los hermanos pequeños y deambulando por las calles al acecho de cualquier cosa que les ayude a pasar el día...

Y las mujeres. Las que no llegan a nacer por el aborto selectivo; niñas a las que les toca ser mujer antes de hora, casadas cuando aún juegan con muñecas, embarazadas cuando todavía no saben de dónde vienen los niños, divorciadas a los quince años porque su marido de dieciséis se ha cansado de ellas y repudiadas por la sociedad por un estado del que no tienen culpa alguna. Por supuesto, él se volverá a casar, pero ella jamás. Luego están las mujeres adultas, esclavas en obras, subiendo ladrillos por las escaleras a medio construir con habilidad circense, bien derechas para que no se les caigan de la cabeza, envueltas en sus saris de princesa y ejercitando el caminar de modelo con los sacos de piedra para hacer carreteras, o en el campo con la azada... Y las viudas. Antes las quemaban en la pira con su marido y ahora son abandonadas como apestadas.

Debo decir que los que me dan más pena son los niños, son niños y por eso necesitan a los adultos emocionalmente, no se les puede robar la infancia y cargarlos con obligaciones que no les tocan.

Hace un par o tres de días salió a la luz esta noticia.

Nueva Delhi. (EFE).- Nueva Delhi es la ciudad más peligrosa del mundo para los niños y una de las peores para las mujeres, según un informe de las autoridades locales y la ONU que publica hoy la prensa india.

La capital de la India tiene una de las rentas per cápita más altas del país, es una de las ciudades indias con menor proporción de pobres (un 8 por ciento) e incluso cuenta con una tasa de mortalidad infantil del 28 por mil, mientras la media nacional en la India es de 60. Sin embargo, no todo son datos positivos, especialmente para los menores y las mujeres, que se enfrentan a serios problemas de acoso en el trabajo, en lugares públicos y en sus hogares.

De las 35 ciudades más peligrosas del mundo para los niños, la capital india tiene el dudoso honor de figurar en la primera posición debido a su elevado número de delitos contra menores, según ese informe, realizado por las Naciones Unidas en colaboración con el gobierno del estado de Delhi.

En un país donde casi trece millones de niños son forzados a trabajar a pesar de una reciente prohibición legal, parece difícil erradicar costumbres como el servicio doméstico infantil o el uso de niños para la mendicidad organizada. En el caso de Nueva Delhi, resulta especialmente llamativo el hecho de que a pesar de ser una de las ciudades que proporcionalmente más gastan en educación, hay más de 180.000 niños sin escolarizar en las calles.

Asimismo, Nueva Delhi está considerada como uno de los lugares donde las mujeres se encuentran con más problemas de acoso y maltrato, tanto en su lugar de trabajo como en entornos familiares e incluso el transporte público. En una encuesta que se incluye en el informe de las ONU, un 45 por ciento de las mujeres dijo que no se siente segura en su lugar de trabajo. Por si esto fuera poco, la capital de la India encabeza año tras año las listas de delitos contra las mujeres.

En un informe publicado el año pasado, el Departamento Nacional de Estadísticas Criminales destacó que el 15 por ciento de todas las denuncias por violación en la India tuvieron lugar en Nueva Delhi.

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